MARCOS 4
“También les dijo: ¿Acaso se trae la luz para ponerla debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero? Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz. Si alguno tiene oídos para oír, oiga. Les dijo también: Mirad lo que oís; porque con la medida con que medís, os será medido, y aun se os añadirá a vosotros los que oís. Porque al que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.”
Marcos 4:21-25
La palabra de Dios es lo que hace que nuestro corazón y vida brillen, y esa luz se nos es dada para nosotros y para compartir con los demás, debemos como seguidores de Jesús ser influencia a los que nos rodean y no escondernos temerosos, sin que nadie sepa de las bendiciones que recibimos, cuando el mensaje de salvación actúa en nosotros; nuestra vida debe brillar de tal forma que los demás puedan ver la gloria de Dios.
Cuando escuchamos de la palabra de Dios, aprendemos del inmenso amor y misericordia que Él ha tenido para con nosotros, aprendemos acerca de esa misericordia, y de que la justicia viene de parte de Dios, no de parte de nosotros, aprendemos acerca de la gracia, de esa restauración y redención que hemos recibido sin merecer; y cuando en nuestro corazón albergan estas cosas y meditamos en ellas, la manera en que actuamos hacia nuestras circunstancias es diferente, tratamos de actuar conforme los valores del reino y la misericordia de Dios, y todo esto viene gracias al Espíritu Santo que abre nuestros oídos y podemos escuchar acerca de esa misericordias para con nosotros; así que cuando actuamos conforme a su voluntad, somos bendecidos. Pero cuando los oídos no escuchan, cuando no queremos ver ni conocer acerca de las misericordias de Dios y menospreciamos el mensaje de salvación, entonces no tenemos nada, y nuestro entendimiento de las circunstancias que nos rodean es visto a través del pecado que domina el mundo y salpica nuestra vida, cuando no tenemos la esperanza en Cristo, es entonces cuando lo perdemos todo.
Pidamos a Dios por misericordia para todos aquellos, que no han escuchado el mensaje del reino, pidamos porque sus oídos sean abiertos y puedan recibir las bendiciones y misericordia de Dios.
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