MARCOS 2
“Y los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunaban; y vinieron, y le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan? Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas ayunar mientras está con ellos el esposo? Entre tanto que tienen consigo al esposo, no pueden ayunar. Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces en aquellos días ayunarán. Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera, el mismo remiendo nuevo tira de lo viejo, y se hace peor la rotura. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.”
Marcos 2:18-22
Los fariseos ayunaban, pero lo hacían para que las personas vieran su piedad, no para buscar con denuedo la presencia de Dios, los discípulos de Juan ayunaban, en ese tiempo Juan estaba encarcelado, tenían motivos para ayunar, pues estaban angustiados por el encarcelamiento de Juan; en este pasaje los juzgados fueron los discípulos no Jesús, la pregunta fue ¿porqué “tus discípulos” no ayunan?, en la respuesta de Jesús se encuentra la primera vez que en Marcos toca el tema de su partida, y de la tristeza que esta pudiera causar, de la necesidad de ayunar que tendrían sus discípulos cuando esto sucediera; en ese momento estaban de fiesta, disfrutando la presencia de su Señor y preparándose para lo que vendría más adelante en sus vidas.
Jesús estaba preparando a los líderes que después del cumplimiento en la cruz, iban a ser testigos de todo lo sucedido, el cimiento de la nueva generación del pueblo de Dios, el pueblo judío a través de los escribas y los fariseos habían hecho imposible que dentro de sus tradiciones y reglas pudieran recibir las buenas nuevas, se necesitaban odres nuevos, dispuestos a llevar a cabo el propósito para el cual fueron llamados.
Nosotros somos parte de esa nueva generación del pueblo de Dios, esos odres nuevos donde es depositado las buenas nuevas, que debemos llevar hasta los confines de la tierra, para que todo aquel que esté dispuesto a escuchar y creer, pueda recibir el mensaje de salvación contenido en el evangelio.
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