MARCOS 3
“Vienen después sus hermanos y su madre, y quedándose afuera, enviaron a llamarle. Y la gente que estaba sentada alrededor de él le dijo: Tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan. Él les respondió diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.”
Marcos 3:31-35
Jesús continuaba con su ministerio aquí en la tierra, enseñando a las multitudes, haciendo milagros, predicando el mensaje de salvación, capacitando aquellos a quien Él había escogido, y quienes habían dejado todo para seguirle. Su madre y sus hermanos querían verle, interrumpir su ministerio, tal vez ellos no comprendían la importancia trascendental de lo que estaba ocurriendo, probablemente pensarían como algunos que estaba fuera de sí, con el paso del tiempo lo comprenderían, pero por ahora Jesús sabía lo que era importante, y sabia el grado de compromiso que tenían las personas que él había elegido. Así que les otorga la honra de llamarlos familia. Y nos otorga la esperanza a nosotros de ser llamados parte de su familia.
Él sabía que tenía que preparar al equipo que iba a continuar con su ministerio aquí, aquellos que se volverían sus testigos, y darían testimonio de las grandes cosas que estaban sucediendo a su alrededor, aquellos que iban a formar la iglesia y que se iban a convertir en sus manos y sus pies, para la proclamación del evangelio, capacitando a su vez a muchos más, para que la gracia y la misericordia de Dios pueda extenderse a toda persona en el mundo. Esto era mucho más importante que cualquier visita.
Así como Jesús, sabía lo que era importante, y sus prioridades estaban bien establecidas, nosotros como seguidores de Jesús, debemos de tener claro cuál es nuestro propósito y no restarle importancia, procurando hacer siempre la voluntad del Padre.
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