MARCOS 7
“Y llamando a sí a toda la multitud, les dijo: Oídme todos, y entended: Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre. Si alguno tiene oídos para oír, oiga. Cuando se alejó de la multitud y entró en casa, le preguntaron sus discípulos sobre la parábola. Él les dijo: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar, porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos. Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.”
Marcos 7:14-23
Después de las acusaciones de los escribas y los fariseos, y habiéndolas aclarado, se dirige a las personas, que siempre le seguían, y que lo mas probable era que hubieran escuchado a los fariseos y escribas acusando a sus discípulos. Al dirigirse a ellos, lo hace con autoridad y seriedad de las cosas, lo que había pasado no era algo que se debía de tomar a la ligera, se tenía que explicar, las tradiciones no eran lo importante, lo importante era la intención del corazón; sus discípulos todavía no entendían bien, lo que estaba explicando, probablemente no podían creer que las pesadas cargas acerca de la limpieza que siempre les habían impuesto no eran necesarias, necesitaban que les refrendarán la explicación, así que Jesús les vuelve a reiterar, que no es lo que comemos o como lo hacemos, lo que hace que el hombre se pierda, sino es nuestro corazón.
Lo que hay en nuestro corazón, sus deseos y sus intenciones más intimas, son lo que debemos guardar, sujetándolo a nuestro Señor, es nuestro corazón el que se puede perder, si no lo limpiamos de las cosas de este mundo y sujetamos nuestros anhelos, a los anhelos que Dios tiene para con nosotros. Por muy buenas intenciones que tengamos si esas intenciones no están sujetas a la voluntad del Padre, de nada sirven, y pueden llegar a contaminarnos o contaminar a los que nos rodean.
Por eso es importante nuestra relación con nuestro Señor, entregando nuestra vida, nuestros deseos e intenciones a Su voluntad, pidiendo que el Espíritu Santo, nos de la fortaleza necesaria para no caer en tentación, y si por acaso lo hacemos, sabemos que podemos acudir confiadamente al trono de Su gracia, para ser limpio y guardarnos del mal. JESUS ES SEÑOR
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