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  • Foto del escritorPara alabanza deSu gloria

LA AUTORIDAD DE JESUS

MARCOS 11


“Volvieron entonces a Jerusalén; y andando él por el templo, vinieron a él los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas, y quién te dio autoridad para hacer estas cosas? Jesús, respondiendo, les dijo: Os haré yo también una pregunta; respondedme, y os diré con qué autoridad hago estas cosas. El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? Respondedme. Entonces ellos discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? ¿Y si decimos, de los hombres…? Pero temían al pueblo, pues todos tenían a Juan como un verdadero profeta. Así que, respondiendo, dijeron a Jesús: No sabemos. Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.”

Marcos 11:27-33

 

Después de las tres visitas realizadas por Jesús en este tiempo al templo, las autoridades estaban molestas; tal vez reconocían que Jesús había actuado correctamente al echar de ahí a los mercaderes, pero eso traía juicio hacía ellos y la forma en que llevaban la religión entre ellos y lo que enseñaban a la gente, enojados y sin querer ver la gloria de Dios pretendían acusarle para acabar de una vez por todas con el problema, querían encontrar algo para poder acusarle formalmente, más todavía no era el tiempo, le preguntan acerca de la autoridad con las que hace las cosas, Jesús les contesta con otra pregunta, en la que ellos no pueden responder con sinceridad, porque cualquier respuesta que dieran serían acusados por el pueblo. Por lo tanto, no tuvieron respuesta a la pregunta que le hicieron al Señor.


El enojo de los sacerdotes, escribas y ancianos hacía Jesús o hacía lo que ellos consideraban que hacia tambalear su autoridad, endurecía sus corazones y no les permitía ver las profecías que se estaban cumpliendo en Jesús, el pueblo judío incluyéndolos, tenían su esperanza puesta en la venida del mesías, ahora teniéndolo ahí en medio de ellos no lograban verlo, muchas veces las personas al igual que los judíos tienen sus esperanzas puestas en promesas de Dios, pero al no ser realizadas como ellos las esperan, no pueden reconocer a Dios actuando alrededor de ellos, su corazón se endurece por falta de humildad y de reconocer que lo que Dios hace es mucho mejor que lo que nosotros podemos desear, aunque al principio no lo parezca.


Nuestro deseo más profundo debería ser ver la gloria de Dios aun en las circunstancias que nos son adversas, que los ojos de nuestro entendimiento sean abiertos y podamos conocer la buena voluntad de Dios para con nosotros sus hijos. JESUS ES SEÑOR

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