MARCOS 10
“Levantándose de allí, vino a la región de Judea y al otro lado del Jordán; y volvió el pueblo a juntarse a él, y de nuevo les enseñaba como solía.
Y se acercaron los fariseos y le preguntaron, para tentarle, si era lícito al marido repudiar a su mujer. Él, respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés? Ellos dijeron: Moisés permitió dar carta de divorcio, y repudiarla. Y respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento; pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
En casa volvieron los discípulos a preguntarle de lo mismo, y les dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.”
Marcos 10:1-12
Jesús continua con su ministerio de enseñanza mientras camina hacia el cumplimiento de las profecías que se habían hablado acerca de Él, para los fariseos, el ministerio abierto de Jesús hacia el pueblo era una oportunidad de tentarle para hacerlo caer y así poder interrumpir la obra que estaba haciendo, en esta ocasión le lanzan una pregunta en la que ni ellos estaban de acuerdo, y es acerca del divorcio, en ese tiempo entre los mismos judíos había dos tendencias acerca del divorcio una era que solo se podía dar carta de divorcio si la causa de este era la infidelidad, y la otra era que por cualquier cosa que al hombre no le agradara acerca de su mujer; así que la pregunta fue si era licito repudiar a la mujer y darle carta de divorcio.
Los fariseos no querían saber la verdad, ellos lo que querían era que Jesús tomara alguna de las posturas, y así poder poner en contra de Jesús alguna parte del pueblo. Pero la respuesta de Jesús fue mucho más allá de la ley que había mandado Moisés, nos habla del anhelo de Dios y la familia, y de cómo él la había establecido para que fuera un pacto que durara para siempre, desgraciadamente con la entrada del pecado en la humanidad hace que el matrimonio tome otros matices y destruya lo que Dios ya había estipulado como eterno, así que Moisés con el fin de proteger a la mujer y a la familia, les concede dar carta de divorcio, cuando las cosas no están bien, dando la libertad a la mujer de poder unirse a otra persona, pero otra vez el pecado haciendo de las suyas, utiliza este “permiso” haciendo que el matrimonio lo tomaran de la manera más frívola permitiendo el divorcio por cualquier causa, a veces tan insignificante como el que la comida no estuviera bien sazonada, convirtiendo en algo superfluo lo que Dios había hecho algo eterno.
Hoy en día, el pecado sigue haciendo de las suyas entre las familias y el matrimonio, y ha distorsionado el significado de lo que un matrimonio debe de ser, pero es a nosotros como iglesia que nos toca educar y abrazar con amor a todos aquellos que se acercan a nosotros con dudas o heridos por causa de una relación que no resulto como debía de ser, es a nosotros como seguidor de Jesús que nos toca cubrir con amor y misericordia a todas aquellas familias que les ha tocado atravesar por una situación difícil de ruptura. Pidamos al Espíritu Santo nos otorgue la sabiduría y discernimiento necesario para tratar con amor y sin juicio a nuestro prójimo. JESUS ES SEÑOR
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