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  • Foto del escritorPara alabanza deSu gloria

EL QUE TENGA OIDOS PARA OIR

MARCOS 4




“Otra vez comenzó Jesús a enseñar junto al mar, y se reunió alrededor de él mucha gente, tanto que entrando en una barca, se sentó en ella en el mar; y toda la gente estaba en tierra junto al mar. Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina: Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar; y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la comieron. Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno. Entonces les dijo: El que tiene oídos para oír, oiga.”

Marcos 4:1-9


 

Mucha gente seguía a Jesús, aquellos que por curiosidad querían verle, algunos otros que probablemente deseaban obtener algún beneficio de parte de Jesús, y también aquellos que Dios ya había preparado para que sus oídos fueran abiertos y comprendieran el mensaje del reino, que Jesús predicaba; nuestro Señor siempre tuvo diferentes maneras de atrapar a sus oyentes, Él no se limitaba a espacio y forma, sino que podía compartir a la multitud en cualquier lugar; en esta ocasión y por la cantidad de personas se sentó dentro de una barca.


Él compartía del mensaje del reino a cualquiera que estuviera dispuesto a escucharle, ya sea una multitud, solo alguna persona por separado, a sus doce discípulos, a pecadores, a estudiosos de la ley, a judíos, a gentiles, ricos, pobres; a todo aquel que estuviera dispuesto Él enseñaba con amor y paciencia el mensaje de salvación.


En esta ocasión su enseñanza acerca del reino, fue a través de una parábola, una parábola es una narración sencilla de una historia cotidiana que tiene un significado moral y profundidad doctrinal.


Jesús termina su enseñanza diciendo “El que tiene oídos para oír, oiga”; debemos de pedir a nuestro Señor que nuestros oídos sean abiertos y poder escuchar atentamente su voz, y no solo escuchar, sino también poner en practica toda aquella enseñanza que Él amorosamente se ha tomado el tiempo de darnos, vivimos en un tiempo de gracia y misericordia, en donde el Espíritu Santo actúa a nuestro favor, si se lo pedimos, el intercede, otorgándonos dirección y sabiduría para comprender y hacer la voluntad del Padre.


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