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  • Foto del escritorPara alabanza deSu gloria

DOS MILAGROS

MARCOS 5


“Pasando otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió alrededor de él una gran multitud; y él estaba junto al mar. Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá.

Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban. Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado? Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto. Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote.

Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro? Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente. Y no permitió que le siguiese nadie sino Pedro, Jacobo, y Juan hermano de Jacobo. Y vino a casa del principal de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y lamentaban mucho. Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme. Y se burlaban de él. Mas él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dijo: Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate. Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron grandemente. Pero él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que se le diese de comer.”

Marcos 5:21-43


 

Durante el transcurso del ministerio de Jesús en la tierra, se le acercaron innumerables personas que, en una acción de fe le pedían por un milagro, en esos momentos Jesús nunca rechazo a nadie, el único justo no levantó juicio sobre nadie, sino más bien con infinita misericordia y compasión ayudo a todo aquel que se lo pedía.


En este pasaje vemos como dos personas en circunstancias desfavorables, en donde los médicos o la ciencia de su época ya no podían ayudar, y habían desahuciado se acercan a Jesús, el primero fue Jairo, con su pequeña enferma, muriendo, pidiendo por sanidad, al momento Jesús decidió ayudar; en el camino una mujer enferma por muchos años, su pensamiento fue, si tan solo pudiera tocar, no hablar, no pedir, no estorbar, tan solo tocar, rozar el borde de su manto, con eso ella consideraba que iba a recibir la sanidad, y así fue. Al darse cuenta Jesús de lo ocurrido pregunta en medio de la multitud ¿quién le había tocado? Jesús la escucha, y la trata con dignidad, la manda a su casa sana.


Jesús espera que nosotros nos podamos acercar con fe y presentar delante de Él nuestras peticiones, no importa nuestro género, ni nuestro rango social, Jairo era uno de los encargados de la sinagoga, alguien preparado y económicamente estable, la mujer era pobre y enferma, y probablemente por su condición estaba sola. Jesús no les negó la ayuda. No importa quién eres, de dónde vienes, cuáles son tus antecedentes, o cuáles son tus circunstancias, si te han dicho sÍ tienen solución o no, no importa ningún pronóstico humano, cuando nos acercamos a nuestro Señor confiadamente y depositamos nuestras cargas y necesidades en Él, siempre nos escucha, nos trata con misericordia.

Así que pidamos con fe, acerquémonos a Jesús, Él en su infinita misericordia nos escuchará y nos llenara de esa paz que, en medio de las dificultades, nos hace vivir confiados en Aquel que lo ha dado todo por nosotros. JESÚS ES SEÑOR

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