"Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” Romanos 12:1-2
SERVICIO
“…ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo…”
Debemos de tener siempre presente que la misericordia de Dios nunca nos ha dejado, siempre ha estado ahí acompañándonos todos los días, así como lo dice el Salmo 23, por lo tanto, estas misericordias de Dios deben de ser una motivación más que suficiente para producir en nosotros el más profundo deseo de ofrecernos a Dios. Todo nuestro ser esta llamado a una vida de verdadero compromiso con Dios.
Una de las definiciones de la palabra ofrenda que encontramos en el diccionario de la real academia española es: “Dádiva o servicio en muestra de gratitud o amor”. Y que más muestra de gratitud o amor podemos hacer que ofrecernos a nosotros mismos, a aquel que lo ha dado todo por nosotros. Recibimos diariamente del Señor los frutos de su misericordia; así que presentemos, todo lo que somos, todo lo que tenemos, todo lo que hacemos, como ofrenda grata hacia EL.
“…sacrificio vivo, santo y agradable a Dios…”
La palabra vivo nos recuerda lo que Dios nos ha hecho: somos personas que ahora estamos vivas para Dios, en Cristo Jesús. Y Esto nos anima a ver toda nuestra vida cristiana como un acto de adoración. No es sólo lo que hacemos el domingo en la iglesia lo que rinde honor a Dios, sino lo que Dios y todas las personas ven en nosotros todos los días y a cada momento de la semana.
La adoración verdadera a Dios abarca todo aspecto de nuestra vida, “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”. (1Co 10:31.)
El adorar a Dios requiere obediencia a todos Sus mandamientos, estar dedicado exclusivamente a Él y hacer su voluntad. Dios solo acepta la adoración de aquellos que viven conforme a Su voluntad. Jesús le dijo a la mujer samaritana: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”. (Juan 4:23-24.), Jesús muestra claramente que la adoración verdadera no iba a depender de lugares geográficos. Sino que, el adorador verdadero ejerce su fe, por lo tanto su adoración a Dios no se ve afectada por el lugar donde esté o por lo que haya a su alrededor. Al conocer a Dios por medio de su Palabra, la adoración armoniza con nuestro entorno y así podemos entregarnos en sacrificio vivo agradable y perfecto, porque buscamos adorarle a través del cumplimiento de Su voluntad que se nos es presentada a través de su Palabra.
En estos tiempos de incertidumbre, recordemos que Dios nunca nos ha dejado, que él derrama de su misericordia en nuestras vidas, todos los días. No importa nuestras circunstancias, él está ahí con nosotros, demostrando su amor. Lo ha hecho de la manera más perfecta que lo ha podido hacer a través del sacrificio de su Hijo Jesucristo, y es porque quiere relacionarse con nosotros. Así que como dice Pablo en su carta a los Corintios:
“Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día. Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento. Así que no nos fijamos en lo visible, sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno” 2ª Corintios 4:16-18
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