MARCOS 3
“Mas Jesús se retiró al mar con sus discípulos, y le siguió gran multitud de Galilea. Y de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiro y de Sidón, oyendo cuán grandes cosas hacía, grandes multitudes vinieron a él. Y dijo a sus discípulos que le tuviesen siempre lista la barca, a causa del gentío, para que no le oprimiesen. Porque había sanado a muchos; de manera que, por tocarle, cuantos tenían plagas caían sobre él. Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Mas él les reprendía mucho para que no le descubriesen.”
Marcos 3:7-12
La fama de Jesús se había extendido en gran manera, venían a buscarle personas de todas partes, habían escuchado de los grandes milagros, muchos querían ver de primera mano las obras de misericordia que Jesús estaba haciendo en la vida de aquellos que se acercaban a Él, otros querían recibir ellos un milagro, su confianza en Jesús de que iba a obrar en ellos para sanidad era tal, que su pensamiento era que con solo tocarle estarían bien.
Jesús otorgaba actos de misericordia a todo aquel que se acercaba. Y aún hoy en día lo sigue haciendo, Él solo está a la espera de que nos acerquemos confiadamente al trono de Su gracia, para recibir el oportuno socorro; Él no está cansado o muy ocupado para no atendernos Él siempre está disponible, para brindarnos de su amor y misericordia a cualquier persona que lo requiera.
Una oración, una actitud humilde, un corazón confiado en nuestro Señor, es lo único necesario, para recibir de parte de Él, las cosas que nos son necesarias para vivir conforme al propósito al que hemos sido llamados.
Acércate a Jesús, reconócelo como Señor en todos tus caminos, y Él hará.
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